Siempre Scout

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La Ley Scout

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ARTÍCULO TERCERO

"El Scout es útil y ayuda a los demás sin pensar en recompensa."

 

VOCACIÓN: SERVIR

Cada hombre tiene una misión que desempeñar en la tierra. El militar, defender la justicia. El médico, sanar a los enfermos. El sacerdote, salvar a las almas. Así también el Scout tiene una misión: servir. Esta es su vocación, esta es la razón de ser de su vida Scout; él se olvida del egoísmo, es generoso y prefiere por encima de sus gustos y comodidades el bien de los demás.

 

SU IDEAL: HEROÍSMO

El ideal es una idea fija, noble, que se posesiona de todo nuestro ser y nos arrastra, es el ensueño de la vida. Un niño en Francia decía: yo quiero ser huracán; éste fue Napoleón, el huracán que azotó Europa. Cuando fue reprobado en un exámen de música, decía un joven: yo quiero ser músico; éste fue Verdi.

Por los campos un joven apuesto y elegante decía: yo quiero amar a Cristo; éste fue San Francisco de Asís, el hombre que amó más a Cristo.

El ideal fue para ellos la idea fija que se posesionó de todo su ser y los llevó a realizarlo, salvando todos los obstáculos: las armas, la música, el amor a Cristo.

El Scout tiene un ideal, una idea noble que lleva clavada en su mente y en su corazón, se posesiona de todo su ser y lo arrastra hasta su realización: yo quiero ser útil a los demás.

Sueña en heroísmos, en salvamentos extraordinarios; y, todos los días en las diversas ocasiones de la vida ordinaria, realiza su buena acción en beneficio de los demás.

 

GENEROSIDAD

En nuestros tiempos de egoísmo refinado, cuando cada individuo, cada clase, busca tan sólo lo que le pueda aprovechar, sin atender al bien de los demás, aparecen los Scouts, jóvenes ardientes, generosos, desinteresados, los nuevos caballeros, que en medio de una sociedad egoísta, dedican su vida, su actividad, su inteligencia a hacer el bien, sin esperanza de recibir retribución, deseando sólo recibir como recompensa el saber que hacen el bien.

 

UN HOMBRE GENEROSO

Paseábase un día el célebre publicista francés, Montesquieu, por los muelles de Marsella, y deseando cruzar el puerto, saltó a un bote de los muchos que allí se hallaban atracados y que estaba tripulado por un muchacho. Preguntóle quién era el patrón del bote, y el muchacho le contestó:

-Yo soy, señor, en los días de trabajo me ocupo en mi oficio de aprendiz de joyero, y los domingos alquilo esta pequeña embarcación para ganar algunos francos.

-¿Tan joven y tan avaro? -le dijo Montesquieu, -ignoras que Dios nos manda trabajar seis días y descansar el séptimo?

-Señor: mi padre, que era comerciante, fue hecho cautivo por los moros cerca de Esmirna y llevado a Tetuán, donde aun sigue esclavo, trabajando en los jardines del emperador de Marruecos. Nos piden cinco mil francos por su rescate y tanto mi madre como mis hermanos y yo, trabajamos sin descanso para reunir esa suma a fuerza de años de privaciones. Hace tiempo me ofrecí para ir a ocupar el lugar de mi padre procurándole así su libertad, pero mi madre, al saberlo, se opuso, prefiriendo que todos trabajemos hasta reunir el precio del rescate.

-¿Con qué nombre es conocido tu padre en su cautiverio?- Preguntó Montesquieu

-Con el mismo que tenía en Marsella: Roberto Laplace.

Montesquieu guardó silencio; y cuando saltaron en tierra se despidió del muchacho, poniendo en sus manos una bolsa que contenía algunas monedas.

Éste fue a comunicar a su madre tan grata noticia y aquella familia continuó trabajando para llegar a reunir la deseada cantidad.

Algunos meses más tarde, hallándose un día todos reunidos a la mesa, ¡cuál no sería su sorpresa y alegría al ver aparecer ante ellos a Roberto Laplace!. Ignoraba éste que había sido su familia la autora de su rescate, y pensando entonces el muchacho en el caballero a quien refiriera la historia del cautiverio de su padre, se propuso no parar hasta dar con él. Lo halló al fin, y arrojándose a sus pies, se esforzó en hacerle ir consigo para recibir las bendiciones de toda aquélla agradecida familia, Montesquieu trataba de convencer al muchacho de que estaba engañado y de que nunca lo había visto anteriormente; pero las manifestaciones de gratitud de aquél continuaron, logrando atraer a un círculo de curiosos transeúntes, entre los cuales pudo mezclarse Montesquieu, desapareciendo de la vista del muchacho. Nunca volvió a verlo, ni la familia pudo saber nada más acerca de él, hasta que, a la muerte del virtuoso hombre; sus herederos hallaron un asiento en sus libros por el que aparecía que, tiempo atrás, había enviado siete mil quinientos francos a un comerciante de Cádiz, no expresando el objeto de aquélla remesa.

Interrogado el comerciante por los herederos, contestó que había sido invertida, por orden de Montesquieu, en el rescate de Roberto Laplace cautivo en Tetuán.

El enigma quedó aclarado; y el mundo guarda el recuerdo de aquel sublime acto de virtud.
De El Tesoro de la Juventud

 

LA BUENA ACCIÓN: LA MÉDULA

Ésta es la médula del Escultismo: la Buena Acción. Comentando este artículo Baden-Powell dice: "El Scout debe hacer su buena acción antes de cualquier otra cosa, aún con detrimento de sus gustos, de su comodidad y hasta de su seguridad. Cuando el Scout se encuentra en duda entre dos cosas que pueda hacer, se preguntará cuál de las dos es más útil al prójimo; y ésa es la que debe hacer. El Scout por eso se obliga a hacer una Buena Acción en favor de los demás todos los días".

 

TODOS LOS DÍAS Y SIN OSTENTACIÓN

La buena acción debe hacerse todos los días. Un Scout no puede ir tranquilo a dormir si antes no ha hecho la buena acción. Si a las nueve de la noche en su casa recuerda no haber hecho aún la buena acción., todavía en su propio hogar encuentra mil maneras de hacerla. Lo esencial es que nunca se acueste sin antes haberla practicado.

La perfección de la buena acción consiste en hacerla sin que nadie se de cuenta. El Scout sabe que siempre está ante su jefe divino, que él lo sabe y eso basta. Cualquier ostentación viciaría la buena acción., así como cualquier deseo de recompensa; el Scout todos los días, varias veces, rezará su hermosa oración: "Señor, enséñame a ser generoso,... a dar sin medida... y a no buscar más recompensa que saber que hago tu voluntad".

 

PERO QUÉ

La Buena Acción pueda consistir en multitud de servicios que se pueden hacer en favor del prójimo; he aquí algunos ejemplos:

Dar lectura a un ciego.
Impedir una riña entre muchachos o miembros de la familia.
Procurar una alegría o satisfacción a sus padres o a cualquier otro.
Hacer un obsequio a alguien.
Perdonar una ofensa recibida.
Visitar a un enfermo.
Llevar al sacerdote o al médico a un herido.
Llevar una floro un libro a un convaleciente.
Componer algún desperfecto en el hogar doméstico.
Guiar a un anciano o a un ciego a través de la calle.
Quitar de la acera una cáscara de naranja, de plátano, etc., que pueda hacer resbalar.
Impedir que algún muchacho estropee algún edificio, maltrate algún árbol o haga daño a un animal.
Ceder en un transporte el asiento a una señora o a una persona mayor de edad.
Enseñar a leer, aunque sólo sean unas letras.
Guiar a un forastero que pregunta por una calle.
Ayudar a alguna persona a cargar algunos bultos.

 

PRINCIPALMENTE: EL BUEN EJEMPLO

El buen ejemplo, que mueve más que las palabras, hará el mayor bien a nuestros colegas.

El Scout que está siempre listo para servir a los demás, debe dar constantemente en todos los actos de su vida, el buen ejemplo: de otro modo, ¿Cómo podría dar un buen consejo que dista mucho de su modo de proceder? Si es estudiante, debe ser de los más aplicados; si es empleado debe ser de los mejores; si es oficinista, de los más exactos. Cómo impresionará a nuestros colegas y camaradas el ejemplo de un joven moderno, alegre, dinámico, siempre fiel a sus deberes.

 

HACIA EL HEROÍSMO

Los héroes no se improvisan. Ciertamente encuentran la oportunidad imprevista. Pero el temple de su alma no se improvisa: ellos ya llevaban en su alma el fuego bien encendido de la caridad, del entusiasmo, de la generosidad, de la previsión en su ser, un acopio de energías, de conocimientos, y todo esto lo lleva a cubrirse de gloria con el heroísmo.

La Buena Acción de todos los días, aunque pequeña, va fomentando en el alma la generosidad, el entusiasmo, la previsión, el espíritu de caridad, el hábito de la beneficencia, y va dando al alma del Scout ese temple admirable que, dada la oportunidad, lo llevará hasta el heroísmo. Es como la gotita de agua que cae sobre la dura roca y al fin llega a agujerarla.

 

LISTO, SIEMPRE LISTO

El Scout debe estar listo para servir a los demás; para servirlos siempre y en cualquier ocasión.

Siempre listo es una frase de energía que impulsa al Scout, pues es su divisa, a hacer el bien que se presentará, pues si hay una buena acción que se presentare y no estuviera dispuesto a hacer, mostraría en esto que no obra por convicción, sino por gusto y simpatía cuando se le antoje.

El Scout debe estar siempre listo para ayudar a todos. La caridad pide que sirvamos a todos indistintamente, aunque la regla de la caridad debe ser la proximidad. Antes que nada hay que servir a los que están más próximos a nosotros; como el fuego que calienta a los cuerpos que están más cercanos a él, el Scout debe prestar mayores servicios a las personas más cercanas de él por lazos de familia, de amistad, de asociación, de religión.

Sus padres son los más cercanos por naturaleza, sus jefes y camaradas, Scouts por su Promesa, su Ley y por los lazos del Escultismo.

 

¿PERO CÓMO?

El Scout es por su propia definición un guía, pues Scout significa vanguardista, o sea un hombre que va adelante explorando el camino para guiar a los demás. Es un guía, cuya propia misión es la de conducir, arrastrar detrás de sí a todos los demás.

Debe arrastrar a todos tras de sí hacia el bien, demostrándoles con su vida jovial y ordenada que no hay nada más hermoso que el cumplimiento del deber.

El Scout también procura el bien material; salvar la vida de alguno es el sueño dorado y vive constantemente en esta disposición de ánimo de dar la vida por los demás.

Pero para ello necesita una preparación conveniente, material y moral.

 

PREPARAOS

Es necesario ante todo fomentar la generosidad, el espíritu de caridad, llegar a considerar a todos nuestros prójimos como algo que nos interesa sobre manera. El Scout debe pensar y saborear prácticamente el profundo significado de aquellas palabras de Cristo: es más sabroso dar que recibir.

Demos una limosna a un necesitado, hagamos cualquiera buena acción y veremos cómo efectivamente es más sabroso dar que recibir.

El Scout debe adquirir sangre fría para no desvanecerse y amilanarse a la vista de la sangre derramada. Debe tener valor civil para poder abrirse paso entre la muchedumbre y auxiliar con calma y reflexión a algún herido.

Sin estas virtudes todos los conocimientos nos saldrían sobrando, si nos encerramos en nuestro egoísmo y en nuestra pequeñez de espíritu.

 

SABER

Si son necesarias las virtudes morales, también son indispensables los conocimientos materiales. ¿Qué haría un muchacho generoso sin conocimientos de primeros auxilios a la vista de un pobre herido que se desangra?

El Scout adquiere una multitud de conocimientos en la preparación de los retos que se ha propuesto.

 

LA RAZÓN SUPREMA

El Scout aprende muchas cosas interesantes en el Escultismo para su propia formación; sin embargo, la razón suprema de estos conocimientos es para hacerse más útil a los demás, pues entre más sepa un Scout, será más útil a todos los demás.

La ilusión de un Scout es llegar a poseer el grado de "Caballero Scout", y llevar cuajada la manga de la camisola con distintivos de especialidades, no por ostentación, sino porque sabe que de esta manera da mayor rendimiento a su vida en favor de los demás, estando siempre listo para servir mejor al prójimo.

 

MÁXIMAS DE CONFUCIO

El hombre, aún el más débil, puede hacer alguna cosa buena: si no es capaz de ciencia, tal vez lo sea de virtud.

"ALGUNOS HOMBRES SUEÑAN CON GRANDES LOGROS, MIENTRAS OTROS PERMANECEN DESPIERTOS Y LOS REALIZAN". THOMAS ALVA EDISON.

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