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Guía para el Jefe de Tropa, Baden-Powell

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PARTE II:  DE SCOUT A CIUDADANO

1-Carácter
2-Salud y vigor
3-Artes manuales y destreza
4-Servicio al prójimo
5-Resumiendo



El muchacho que demuestra iniciativa es el que será elegido para recibir la distinción.

3-ARTES MANUALES Y DESTREZA 

En esta época se nota, como siempre se ha notado, un desperdicio lamentable de recursos humanos. Esto se debe principalmente a los errores de adiestramiento. A la mayor parte de la juventud no se le inspira el amor al trabajo. Aun cuando a los muchachos se les enseñan oficios o métodos mercantiles, y se desarrollan en ellos las cualidades necesarias para el éxito en diversas profesiones raramente se les muestra la forma en que pueden emplear su habilidad con el fin de forjarSe una carrera, ni se enciende en ellos la llama de las ambiciones nobles y elevadas. Por eso, con demasiada frecuencia encontramos clavijas cuadradas en agujeros redondos.

Nadie sabe, con exactitud, en dónde se halla el error; pero es indiscutible que tal es la situación.

Consecuentemente, los muchachos que no tienen la disposición natural de orientarse quedan abandonados al garete, y se convierten en disipadores o en rémoras de la sociedad. Llevan en sí mismos su propia miseria. Se convierten en carga para el estado y muchas veces en peligros para la paz y la tranquilidad de la nación. Además, muchos de los que, entre ellos, han logrado triunfar en alguna forma, indudablemente habrían tenido más éxito si hubiesen disfrutado de una educación más práctica.

Por medio del Escultismo, nosotros podemos hacer algo para remediar esos males. Podemos dar unos cuantos pasos en la tarea de proporcionarle aún al más pobre mozalbete un rumbo y una oportunidad en la vida, o por lo menos inspirarle alguna esperanza, y enseñarle algún oficio.

¿En qué forma? Naturalmente, lo primero que se nos ocurre, con respecto a eso, es pensar en las Especialidades de artes manuales. Pero debe recorcordarse que, aunque decimos artes manuales, aquilatadas al reflejo de nuestras normas, son algo más que aficiones y parte integrante del sistema que nosotros empleamos para orientar a los muchachos por medio de un comienzo fácil. Estas aficiones luego se convierten en algo más aproximado a las especialidades, como adiestramiento vocacional para scouts de primera clase. Mientras tanto, las aficiones o pasatiempos tienen su valor propio. Son labores en que un muchacho aprende a emplear sus manos y su cerebro, así como empieza gradualmente a derivar del trabajo. Y es posible que, en el caso de algún muchacho, sigan siendo sus aficiones por muchos años, mientras en otro sean tal vez el paso inicial hacia una de las artes mecánicas que se conviertan luego en su profesión u oficio permanente. Sea como fuere, el muchacho que las practica no estará tan expuesto como antes a convertirse más tarde en disipador. Porque las aficiones son un antídoto contra las artimañas de Satanás.

Pero, sin la ayuda de ciertas cualidades, las aficiones o artes manuales carecerán de la virtud de orientar al muchacho hacia una profesión. Por eso, el artífice debe tener disciplina. Tiene que adaptarse a las indicaciones del jefe o director y al ambiente de sus compañeros de trabajo. Tiene que mantenerse formal, serio, eficiente y dispuesto.

Además, necesita energía; y ésta depende de su caudal de ambición, destreza, ingeniosidad y salud.

Ahora ¿en qué forma utilizamos nosotros ese recurso en el adiestratamiento de los scouts?

Prácticas iniciales

El primer paso para conseguir que un scout se dedique a las obras manuales puede darse con mayor facilidad en el campamento que en cualquier otra parte. En la práctica de edificar chozas, derribar árboles, construir puentes, improvisar utensilios, levantar carpas, tejer alfombras y esteras en los telares del campamento, etc., los muchachos adquieren las nociones elementales y se inician en las artes mecánicas, mientras descubren que dichas tareas tienen considerable utilidad en cuanto a las comodidades de la temporada de campamento.

Después de haber comenzado así, les interesará mucho continuar en la práctica de sus aficiones, durante las noches de lluvia o de frío. Y será para ellos un aliciente significativo al darse cuenta de que han de recibir algún reconocimiento, cuando se les confieran insignias por su pericia, o cuando ganen algún dinero por el trabajo bien hecho que puedan vender. Así, paso a paso, se convierten pronto en trabajadores enérgicos y entusiastas.

Especialidades

El propósito de las insignias conferidas como reconocimiento de habilidad estriba en la idea de despertar interés por las aficiones o trabajos mecánicos, uno de los cuales puede que algún día se convierta en una profesión, o por lo menos evitará que el muchacho se sienta desorientado al aventurarse solo por el mundo.

Las insignias son sencillamente incentivos para los muchachos, ofrecidas con el fin de que adopten aficiones u ocupaciones; y para conseguir que progresen en sus labores. Ante otras personas, son una prueba de que el muchacho ha hecho eso y su propósito no es demostrar que quien las ostenta es maestro en el oficio en que se ha iniciado. Si alguna vez intentamos hacer del Escultismo un sistema formal de instrucción seria, en eficiencia, se perdería todo el valor y el quid del adiestramiento a que nos dedicamos y correríamos el riesgo de inmiscuirnos en el trabajo de las escuelas careciendo de los expertos indispensables.

Nosotros deseamos encarrilar a TODOS nuestros muchachos, dándoles impulso progresivo en el curso de su desarrollo espontáneo y no mediante una instrucción objetiva obligatoria.

Pero el fin del sistema de Especialidades en el Escultismo es también darle al Jefe de Tropa un instrumento con que pueda estimular e inducir a los scouts a dedicarse a las aficiones que puedan ayudarlos en la formación de su carácter y en el desarrollo de su destreza.

Es un instrumento que, utilizado inteligentemente, puede inspirar ambición y esperanzas aún a los más torpes y a los más apocados, quienes en otra forma quedarían rezagados muy pronto, y tal vez desesperanzados e inútiles en las luchas de la vida. Por esta razón, no se definen las normas de habilidad. Nuestro método de conferir insignias no se basa en el ascenso a cierto nivel de habilidad, sino en el ESFUERZO QUE HACE CADA MUCHACHO CON EL FIN DE ADQUIRIR CONOCIMIENTOS O DESTREZA. Esto pone a los más torpes o desesperados y a los más inteligentes o aventajados en el mismo nivel de posibilidades y oportunidad.

En esa forma, un Jefe de Tropa comprensivo y concienzudo, que ha hecho un estudio psicológico de sus muchachos, puede poner ante algunos ciertas dificultades estimulantes, de manera que los torpes disfruten de un comienzo equitativo al lado de los más inteligentes. Y el muchacho apocado y tímido, cuya obsesión de inferioridad se debe a los fracasos numerosos que ha sufrido, pueden facilitársele los primeros triunfos con el fin de inducirlo a intensificar sus esfuerzos. Si trata de hacer algo, no importa cuál sea la tosquedad de su trabajo, el examinador debe concederle una Especialidad; y esto generalmente le dará el estímulo para continuar ejercitándose hasta que gana más Especialidades, y por último se hace normalmente capacitado.

El examen para conferir insignias no es de competencia, sino sencillamente una prueba del esfuerzo individual. Por tanto, el Jefe de Tropa y el Sinodal tienen que trabajar en estrecha armonía, juzgando separadamente cada paso por sus méritos, y aquilatándolo todos para saber cuándo deben ser generosos y cuándo deben ser estrictos.

Algunos opinan que los muchachos tienen que llenar el máximum de ciertos requisitos antes de considerárseles merecedores a ostentar una Especialidad. Eso está muy bien en teoría; y con ese método se consigue que unos cuantos muchachos adquieran gran eficacia; pero nuestro propósito es lograr que todos se interesen. El Jefe de Tropa que al principio pone a sus muchachos ante una valla sobre la cual pueden pasar fácilmente, los verá salvándola con entusiasmo y confianza en sí mismos; pero si los pone ante una tapia de piedra, demasiado alta, los verá intimidarse, y ni siquiera intentar saltarla.

Sin embargo, nosotros no recomendamos el otro extremo, es decir, el que Consiste casi en regalar las Especialidades a cuantos demuestran haber adquirido cualquier conocimiento insigniticante de las labores asignadas. Realmente se trata de un asunto en que los examinadores deben usar su juicio y discreción, siempre teniendo en mente los propósito fundamentales.

Indudablemente, siempre existirá el peligro de que muchos anden a caza de gangas, tratando de conseguir Especialidades con facilidad y sin merecerlas. Nuestro propósito es convertir a los muchachos en ciudadanos concienzudos alegres, sensatos e industriosos, y no en individuos vanidosos y petulantes. El Jefe de Tropa debe estar siempre alerta, para reprimir la cacería de insignias, y averiguar cuál es el cazador de gangas y cuál es el trabajador entusiasta y serio.

En otras palabras, el éxito del sistema de Especialidades depende mayormente del mismo Jefe de Tropa, y de la forma en que él lo dirija.

Inteligencia

La observación y la deducción forman la base de toda la sabiduría humana. Por esto es inapreciable la importancia que tiene la facultad de observación y deducción para los ciudadanos jóvenes. Los niños tienen una facultad de observación que funciona con asombrosa rapidez; pero disminuye con el aumento de su edad, principalmente porque las primeras impresiones y experiencias cautivan su atención, pero ésta decrece a medida que se repiten aquellas.

En realidad, la observación es un hábito hacia el cual se hace necesario adiestrar al muchacho; y la práctica del rastreo es un medio interesante para conseguir que lo adquiera.

Y en cuanto a la deducción, ya se sabe que es el arte de razonar y colegir el significado de los detalles que se han observado.

Por eso puede manifestarse que, cuando un muchacho forma el hábito de la observación y la deducción, indudablemente ha dado un paso importantísimo en el desarrollo de su carácter.

Así también puede verse claramente lo mucho que representa el rastreo como recurso para la formación de dicho hábito. El rastreo en el campo y las conferencias acerca de su práctica son detalles que deben estimularse, como parte del adiestramiento en todas las Tropas de scouts.

Además, la inteligencia y la ingeniosidad de los muchachos se desarrollan y se fortalecen considerablemente mediante prácticas, simulacros y ejercicios tales como el de orientarse por medio de mapas; y también observando marcas orientadoras en el campo, calculando alturas y distancias, anotando rasgos de personas, vehículos y reses; o representando los cuentos de Sherlock Holmes dramatizados en forma conveniente. Asimismo, el arte de la señalacién les aguza el ingenio, desarrolla su visión, y los induce a estudiar y a concentrar la mente. La enseñanza de los primeros auxilios también tiene cierto valor educativo.

Durante las noches de invierno y en días lluviosos, el Jefe de Tropa podrá emplear el tiempo ventajosamente leyendo a los muchachos las principales noticias de actualidad publicadas en los periódicos, y ayudándolos a interpretarlas por medio de mapas, etc. Otro recurso excelente para inducir a los muchachos a estudiar, y a expresarse sin timidez ni apocamiento, es la preparación de representaciones teatrales con episodios históricos de la comarca en que viven.

Autoexpresión

Nuestra especialidad de Artista se usa con el fin de inducir a los muchachos a expresar sus ideas gráficamente guiados por sus propias facultades de observación e imaginación, sin que traten de hacerse artistas y sin imitar a éstos. Estimulando al mozalbete a que dibuje, aunque sea de una manera tosca y rudimentaria, se le puede inducir a reconocer lo artístico en el color o en las líneas, y a darse cuenta de que hasta en un ambiente sórdido puede que haya luz y sombra, colorido y belleza.

Las canciones a coro y las representaciones teatrales son medios excelentes para perfeccionar el arte de expresarse. Además, tienen la ventaja de ser trabajo de cooperación, en que cada participante aprende su papel, y trata de desempeñarlo bien, no por el aplauso para sí mismo, sino por el éxito de todo el grupo.

Otra fase algo más avanzada en su educación puede iniciarse instándolo a practicar la fotografía mental, es decir, a observar los rasgos de un paisaje, incidente o persona, fijándolos en su mente, y luego a reproducirlo en papel.

Esto enseña a ejercitar la facultad de observación en grado máximo.

Personalmente, yo he descubierto que, mediante una práctica persistente, uno puede desarrollar cierta habilidad especial en ese sentido de una manera admirable, que también puede ser muy útil en diversas ocasiones.

Luego tenemos el ritmo: una forma de arte que se manifiesta con espontaneidad hasta en la mente menos adiestrada, exteriorizándose en poesía, música o ejercicios físicos. Proporciona cierto equilibrio y cierto orden que despiertan interés hasta en los salvajes, y aún podríamos decir especialmente en esos seres humanos que se hallan más en contacto con la naturaleza que los pueblos civilizados. En la forma de música, el ritmo, desde luego, es mucho más obvio y universal que en otras formas. El canto de guerra de los zulúes, por ejemplo, cuando lo cantan cuatro o cinco mil guerreros a coro, es un modelo excepcional de ritmo, en una combinación de música, poesía y movimientos corporales.

Y el placer de tocar algún instrumento musical es común a toda la humanidad. El canto, como engarce de vocablos, proporciona al alma humana un recurso para expresarse que, utilizado adecuadamente, brinda placer tanto al cantante como al oyente.

El muchacho le tiene un amor natural a la música, y por ese amor se le puede orientar hacia la poesía y los sentimientos más elevados, como por una transición de ascenso fácil y naturalmente progresivo. Eso le proporciona al Jefe de Tropa un medio que puede utilizar inmediatamente para enseñar a los muchachos a proporcionarse regocijo, y al mismo tiempo dar mayor elevación a sus pensamientos.

Las representaciones teatrales también deben formar parte de la educación de todo muchacho en el arte de comunicar la expresión de su propia personalidad.

En las aulas docentes, a mí se me indujo a participar en muchas representaciones dramáticas, y luego he dado gracias a Dios por haberme deparado tal oportunidad. Porque así aprendí a ejercitar la memoria; me acostumbré a hablar claramente y sin nerviosidad ante un auditorio de muchas personas y experimenté el raro placer de imaginarme que, por cierto tiempo, era yo otra persona.

Además, esa practica nos dió la oportunidad de conocer la belleza literaria de las obras dramáticas famosas, así como experimentar emociones de alegría o tristeza, de amor o conmiseración, mientras interpretábamos los distintos papeles.

Pero, sobre todo, nos proporcionó el placer y la felicidad de divertir a otras personas en momentos en que necesitaban solaz o entretenimiento.

Muchas Tropas de scouts se dedican a labores teatrales durante los meses de invierno; y en esa forma, no sólo acrecentan sus recursos pecuniarios, sino que adquieren educación valiosa para si, mientras divierten a otras personas.

De afición a profesión

Las aficiones, artes manuales, inteligencia y salud son pasos preliminares para desarrollar el amor al trabajo y habilidad para soportar las luchas de la vida, lo cual es algo esencial en la consecución del éxito. Y la segunda fase consiste en preparar al joven trabajador para la clase de trabajo que mejor se amolde a sus cualidades.

Los mejores trabajadores y las personas que mejor disfrutan de la vida son los que consideran a su trabajo como si fuese una especie de deporte o juego; y mientras más entusiastamente juegan, más gozan en sus labores. No sin fundamento, el famoso historiador H. G. Wells ha manifestado lo siguiente: “Yo he notado que los llamados hombres preeminentes en realidad son personas que tienen corazón de niño; es decir, que son niños en la seriedad de la forma en que gozan trabajando. Trabajan porque les gusta trabajar y así su trabajo es realmente un juego, un placer para ellos. El niño no es únicamente el padre del hombre, sino que es el hombre y no desaparece nunca.”

Otro hombre ilustre (Ralph Parlette) también tiene razón cuando dice así: "Jugar es experimentar amor en hacer algo; y trabajar es sentirse obligado a hacer algo."

En el Escultismo, tratamos de ayudar a los muchachos a que adquieran esa actitud, entusiasmándolos en las cosas que les interesan individualmente, y que luego sean útiles para ellos más tarde.

Lo hacemos en primer lugar y sobre todo, mediante las diversiones del Escultismo y su jovialidad. Entonces, por etapas progresivas, los muchachos pueden, natural e inconscientemente, orientarse hacia el desarrollo de sí mismos para lo futuro.

LA PARTICIPACIÓN DEL JEFE DE TROPA

Eso basta por ahora en cuanto a la forma en que un muchacho puede prepararse prácticamente, por medio del Escultismo, para iniciarse en alguna profesión. Pero eso sólo lo prepara. Aún está en manos del Jefe de Tropa el poder de darle más ayuda, a fin de que esa profesión o carrera sea provechosa y le traiga éxito:

Primero, mostrando al muchacho los medios para perfeccionar la instrucción superficial que ha recibido, medios por los cuales puede probablemente convertir sus aficiones en artes mecánicas, por ejemplo. El Jefe de Tropa puede indicarle dónde podrá obtener educación técnica superior, cómo conseguir becas o aprendizajes, instruirse a sí mismo para ciertas profesiones, invertir sus ahorros, solicitar empleos, etc.;

Segundo, conociendo él mismo las distintas clases de agencias de empleos y la forma de utilizarlas, así como las condiciones de servicio en diversas profesiones, el Jefe de Tropa puede dar al muchacho una asistencia inapreciable, aconsejándolo (puesto que ya conoce sus cualidades) en cuanto al curso de la vida para el cual está mejor preparado.

Todo esto significa que el Jefe de Tropa debe hacer investigaciones, e informarse bien sobre tales detalles y otros parecidos. En otras palabras, trabajando un poco, le será posible ayudar a muchos de sus scouts a proseguir una vida útil, sana y fructuosa.

Es algo muy alentador para cualquier mozalbete, aunque sólo sea un humilde mensajero, el saber que se halla con seguridad en la senda de las promociones, cuando hace su trabajo tan bien que su jefe no puede hallar otro empleado mejor. Pero tendrá que aferrarse a su buena conducta, sin permitir que los contratiempos o desalientos lo desvíen del rumbo correcto puesto que, si se desorienta y su ánimo decae, jamás tendrá éxito. La paciencia y la perseverancia siempre triunfan, cuando se va por el camino de la virtud.

Los empleos

El Jefe de Tropa, observando y estudiando el carácter individual y las habilidades de cada muchacho, puede, hasta cierto punto, deducir, poco más o menos, el curso de la vida para el cual está más preparado. Pero debe darse cuenta de que la cuestión de los empleos es una que los muchachos mismos y sus padres tienen que resolver.

Es por tanto un asunto de consulta con los padres, y uno sobre el cual debe avisar a éstos contra el peligro de inducir a su hijo a tomar un empleo que no armoniza con sus características, por el sólo hecho de que aporte dinero inmediatamente. Es provechoso que trate de conseguir que el muchacho y sus padres vislumbren las posibilidades ulteriores que se prcsentarán si se dan los primeros pasos en la dirección más adecuada, según sean las circunstancias.

Y en ese punto es importante distinguir entre los empleos que brindan oportunidades de desarrollo progresivo al muchacho, y los que no conducen a nada, o sea, la clase de empleos que no ofrece perspectivas de adelanto. Estos últimos con frecuencia producen mucho dinero por algún tiempo, y aumentan los ingresos pecuniarios semanales de la familia. Por esto algunos los eligen para sus hijos, sin importarles el hecho de que no les ofrecen ventajas para que se hagan de una buena profesión o de un buen oficio más tarde, cuando sean hombres.

Y las colocaciones que presentan oportunidades de un desarrollo halagador para lo futuro también deben seleccionarse cuidadosamente, tomando en cuenta la capacidad del muchacho. Un empleo que requiere destreza especial puede considerarse como esencialmente preferible a uno que no la requiera, en cuanto al futuro éxito del muchacho en la vida. Pero se debe tener cuidado de que la consideración de este aspecto no se retarde hasta que haya pasado el tiempo para que el muchacho se amolde a las normas y exigencias de la carrera que desea emprender.



Es verdadero Scout es activo en la realización de buenas acciones.

4. SERVICIO AL PRÓJIMO 

Las cualidades de las que hemos tratado son prendas personales destinadas a hacer del muchacho un ciudadano trabajador, viril y sano, pero, hasta cierto punto, tienen carácter que pudiéramos llamar egoísta, puesto que sólo atañen a su persona. Pasemos ahora al cuarto ramo del adiestramiento, mediante el cual, obteniendo una visión más amplia de las cosas, el muchacho da una parte de sí mismo en beneficio de los demás.

Egoísmo

Si alguien me preguntase cuál es el vicio predominante en el mundo, yo diría: "El egoísmo". Quizás de pronto ustedes no estén de acuerdo conmigo en esto, pero si piensan detenidamente, creo que compartirían mi opinión. Las estadísticas judiciales demuestran que la mayoría de los crímenes se cometen por exceso de egoísmo, en la forma de codicia, venganza, deseo de vencer, etc. Además casi todos los hombres darían gustosamente un óbolo para alimentar al desvalido, y se sentirían satisfechos de haber cumplido con su deber; pero muy pocos tal vez lo harían si para ello tuviesen que privarse de parte de sus propios alimentos, vinos o postres.

El egoísmo se manifiesta en muchas formas. Tomemos, por ejemplo, la política de partidos. Un asunto, que naturalmente tiene varios aspectos, es analizado por ciertos hombres como si en realidad sólo tuviese uno nada más, o sea el que les conviene a ellos. Esta obsecación engendra en ellos el odio contra los que no son de su parecer y la pugna puede lanzarlos a perpetrar abominables crímenes que a veces encubren bajo los nombres más altisonantes. Asi también, las guerras entre naciones estallan cuando ninguno de los adversarios desea ver el punto de vista del otro, obsesionado generalmente por sus propios intereses.

Las huelgas y los paros, con frecuencia, son ejemplos de un exagerado egoísmo. En muchos casos, los empresarios no han querido reconocer que un hombre que ejecuta faenas pesadas merece, en honor a la justicia, participar de las comodidades y goces del mundo, como fruto de sus esfuerzos, y no vivir condenado a perpetua servidumbre, en beneficio de los accionistas del negocio. Por otra parte, el obrero debe comprender que, sin capital, no habría trabajo en gran escala, y que los accionistas de una empresa deben percibir alguna ganancia en pago al riesgo de su inversión.

En los periódicos podemos ver ejemplos de egoísmo cuando leemos cartas de hombres de pocas luces que, por cualquier pequeña contrariedad, recurren a la prensa con el fin de ventilar sus asuntos.

Más aún, podrá verse que así ocurre en todas las escalas sociales, y hasta en los juegos de los niños. A veces, cuando uno de éstos se siente disconforme por no haber obtenido suficientes triunfos, abandona bruscamente el juego diciendo: "¡No juego más!" No le importa un bledo echar a perder la diversión de sus compañeros; lo único que desea es satisfacer su despecho.

Medios para extirpar el Egoísmo

El Escultismo tiende, en forma práctica, a liberar al niño de sus hábitos egoístas. Cuando éste se satura de espíritu caritativo, se encuentra en muy buen camino para dominar o extirpar esas tendencias nocivas.

La primera frase de la promesa que hace un muchacho al ingresar en el Escultísmo es: "Cumplir mis obligaciones para con Dios". Nótese que no dice: "Seré leal a Dios". Esto significaría un estado de la mente y no el gesto espontáneo para la acción que es el espíritu activo de la promesa.

El objetivo principal del Escultismo es proporcionar alguna forma práctica de instrucción, en lugar de seguir el método de imbuir preceptos prohibitivos, ya que el muchacho es más dúctil a la acción que al acatamiento de mandatos teóricos. De ahí que se trate de incluir en sus actividades la costumbre de efectuar buenas acciones en la vida cotidiana, como base de futura buena intención y cortesía para con los demás. El fondo religioso que hay en esto es común a todas las creencias, y por ello el Escultismo no está en pugna con ningún culto.

Así el muchacto puede comprender mejor que parte de sus "deberes para con Dios" es desarrollar, como don sagrado, esos sentimientos que Dios le ha infundido, para que le sean de provecho en el curso de la vida. Así mismo debe cuidar su cuerpo, energías y vigor reproductivo para emplearlos en el servicio de Dios; atender la mente, cuyos maravillosos atributos (razón, memoria y apreciación) lo elevan sobre el nivel de los irracionales; exaltar el alma animada por el soplo divino del amor que puede desarrollar mediante la expresión y práctica contínuas. Así es como se enseña al muchacho que el cumplimiento de los deberes para con Dios significa, no simplemente acogerse a su infinita bondad, sino cumplir con el elevado principio de "Amaos los unos a los otros".

Lo curioso del caso es que esta obligación de servir a los demás con buenas acciones es lo que atrae más de lleno y más rápidamente el celo del scout. Aunque parezca trivial, el hecho de sacrificar pequeñas conveniencias y placeres personales, en favor de los demás, realmente forma la base sobre la cual descansa el espíritu de renunciamiento en provecho ajeno.

Las acciones laudables de menor importancia incluidas en el credo del scout son en sí el primer paso para desarrollar los buenos sentimientos hacia el prójimo. El estudio de la naturaleza y los animales fortifica la nobleza de sentimientos en el muchacho, y lo induce a vencer esa inclinación hacia la crueldad que muchas personas consideran inherente a la niñez, pero que yo, de mi parte, no creo tan común como se supone.

El Escultismo es una fraternidad en la cual no existen distingos de categoría social, religión, nacionalidad, ni razas.

De esas pequeñas buenas acciones pasa el muchacho a la práctica de auxilio que debe prestar a lesionados o heridos, y de allí, en gradación natural, al salvamento de vidas, en casos de urgencia, desarrollando con ello el sentido del deber para con los demás y la espontaneidad de sacrificio en cualquier momento de peligro. Todo esto le imbuye nuevamente la idea de abnegación por su hogar, el prójimo y la patria, estimulándolo a exaltar su patriotismo y su lealtad, en un sentido mucho más elevado que el simple ademán mecánico de agitar una bandera.

Servicio a la colectividad

La enseñanza de servir a los demás no se circunscribe a la teoría; sino que abarca el desarrollo de dos aspectos distintos: la inculcación del espíritu de benevolencia y la disposición de oportunidades para ejercitarlo prácticamente.

Esta enseñanza se realiza principalmente por medio del ejemplo, y el Jefe de Tropa es el primero en darlo con su patriótica dedicación al servicio de la juventud, sin más mira que la satisfacción que de ello deriva, y sin esperar ninguna recompensa material.

El Jefe de Tropa da a sus muchachos la oportunidad de la práctica, sugiriéndoles la realización de servicios especiales.

Y los servicios al público ofrecen el mejor campo de adiestramiento práctico del deber para con la colectividad, ejercitando el patriotismo y el sacrificio desinteresado mediante la expresión.

La labor de los scouts en tiempos de paz y de guerra, al hacerse cargo voluntariamente de pesadas obligaciones, para servir a su patria, es en sí una prueba de su anhelo de emprender una buena obra y de la disposición de hacerse eficientes cuando los inspira una buena causa. Este terreno ofrece un medio poderoso para desarrollar en forma práctica al ciudadano ideal.

Como ejemplo de servicios al público puede mencionarse el que prestan los scouts a las poblaciones en casos de incendios y otras calamidades. Tales servicios son especialmente adecuados para scouts de mucha experiencia en otras labores y el hecho de encargárseles que los presten tienie un fuerte aliciente para ellos.

Además, aunque la Tropa se organice y equipe originalmente con el propósito de apagar incendios, a medida que adquiere mayor habilidad, puede también encargarse de prestar socorro en toda clase de accidentes que ocurran en el vecindario, tales como los de tránsito, asfixia, explosiones, crecientes o inundaciones, descarrilamientos, etc.

Esto requiere, además de los ejercicios rutinarios, algunas nociones de salvamento y primeros auxilios en casos de incendio, así como el conocimiento y la práctica de localizar, rescatar y prestar asistencia adecuada en cada caso; por ejemplo: familiaridad con substancias químicas, el empleo de botes, la forma de salvar de las aguas a una persona, la manera de aplicar los ejercicios para la respiración artificial, los medios de sosegar animales asustados, el manejo de alambres electrificados, líquidos hirvientes, etc.

En algunos casos es conveniente que cada patrulla se especialice en los recursos requeridos para un determinado accidente, pero en general, si las patrullas practican para todos gradualmente, se puede conseguir una eficiencia completa de la Tropa en conjunto.

No obstante, en la organización de la Tropa para prestar ayuda en acontecimientos fortuitos, deberían asignarse cometidos especiales a cada patrulla, dividiendo a los muchachos, por ejemplo, en patrullas de salvamento, primeros auxilios, mensajeros, etc.

Y se notará que la variedad de la labor que ha de ejecutarse presta campo a una serie de actividades que despiertan mucho interés en los muchachos.

La práctica de movilizaciones de socorro, en accidentes ficticios, es esencial para lograr eficiencia y destreza.

Luego, si la eficacia se pone de manifiesto públicamente, atraerá sin duda la atención del pueblo en general, incitando a éste a brindar cooperación. El quid estribará en que tal servicio sea reconocido como educativo para los muchachos y de gran utilidad práctica para todo el mundo.

Efecto posterior

El dominio de sí mismo y el desarrollo de amor y servicio al prójimo encierran el sentido de la misericordia divina, y realizan un cambio total en el corazón del individuo, haciéndole ver un reflejo de verdadero paraíso y la gran satisfacción que experimenta sintiéndose perteneciente al grupo de los bienhechores.

La pregunta que se hará entonces el muchacho no será: "¿Qué saco de ello?" sino ésta: "¿Qué puedo dar de mí mismo en la vida?"

No importa cuál sea la forma de religión que adopte más tarde, el muchacho habrá aprendido por sí mismo sus fundamentos, y conociéndolos mediante la práctica, se convierte en un ciudadano con amplia visión de bondad y simpatía para con sus semejantes.



Con entereza de carácter y buen humor, el muchacho vencerá todos los males y tentaciones que se le presenten en su marcha por el camino de la virtud.

5-RESUMIENDO 

El objeto fundamental del Escultismo es tomar el carácter del joven cuando está pletórico de entusiasmo, para moldearlo en su apropiada forma, y estimular al muchacho a desarrollar su individualidad, con el fin de que pueda educarse a sí mismo y convertirse en hombre probo y ciudadano útil para su país. Así esperamos desempeñar un papel constructivo en el fortalecimiento moral y material de la nacion.

Pero, al fomentar aspiraciones nacionales, correremos el riesgo de convertirnos en sujetos intransigentes y tal vez envidiosos del adelanto conseguido por otros países. Si no evitamos estos malos sentimientos, llegaríamos a resultados contraproducentes, trayendo la maldad cuando lo que perseguíamos con tanto anhelo era escapar de ella.

Afortunadamente para nosotros, el Movimiento del Escultismo cuenta ya con organismos hermanos en casi todos los países civilizados del mundo; y hemos formado el núcleo fuerte y tangible de una Hermandad Mundial. Además, la potencialidad que lo vigoriza se complementa por el desarrollo de otro movimiento afín de cooperación: el de las Muchachas Guias.

También tenemos que el propósito perseguido por la educación del Escultismo es idéntico en todas las naciones: eficacia en el servicio al prójimo. Y con tal meta en común, podemos, como Fraternidad Internacional de Servicio, ir muy lejos en la noble tarea que nos hemos impuesto.

Por medio del adiestramiento que damos al muchacho, desarrollamos al individuo, tanto en espíritu como en eficacia, para que sea útil a la población de su país. Basándonos en este principio, y siguiendo la escala ascendente, tratamos de desarrollar en una nación el verdadero espiritu constructivo, para que su pueblo se impulse a laborar con efectividad en el concierto de todos los países.

Si cada uno de ellos desempeña a conciencia el papel que le corresponde, habrá mayor prosperidad y dicha en todo el mundo, consiguiéndose por fin establecer lo que tanto hemos anhelado:

PAZ EN LA TIERRA PARA LOS HOMBRES
DE BUENA VOLUNTAD


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