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Rema tu propia canoa. Capítulo 16

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HUMOR

Una lección de Algernon

Cuando era un joven respetable, lo que sucedió hace muchos anos, me gustaba actuar en el teatro.

En una obra llamada “Whitebait in Greenwich” actuaba el papel de un mesero de un hotel; había sido abandonado por sus padres, pero tenía a la mano un parte de la policía que decía así:

"Abandonó a su hijo; apellido: desconocido; nombre de pila: Benjamín. Cuando se le vio por última vez vestía chaqueta y pantalón de pana. Altura 5 pies 10 pulgadas con los zapatos puestos, etc."

Así que cuando un hombre llegaba al hotel le preguntaba si su nombre era Benjamín y cuando no lo era me desilusionaba.

Finalmente llegaba una pareja y oí que ella lo llamaba Benjamín. Sacaba mi cinta de medir y al pretender que sacudía su traje, con disimulo lo medía ansiosamente: 5 pies 8 pulgadas. En una desbordada emoción, le levantaba el tacón de la bota, a pesar de sus esfuerzos y su indignación, encontraba que medía 2 pulgadas. Inmediatamente le llamaba padre con mucho afecto y a ella mamá. La indignación de la pareja era enorme, porque sólo eran primos y no estaban casados y por supuesto no tenían relación conmigo. Bueno frecuentemente desempeñé este papel, nunca pude reprimir la risa que interiormente sentía por lo absurdo y gracioso de la situación cuando debía haber pensado sólo en representar mi papel.


Una vez tuve, en la India, un joven jabalí como mascota. No era una mascota de verdad porque era muy arisco. Vivía en el patio, mezcla de jardín y potrero. que compartía con mis caballos. Uno de ellos, una espléndida yegua inglesa era una magnífica cazadora. En la India nuestras cacerías eran de puerco salvaje, y la yegua lo hacía con tanto empeño que seguía al jabalí casi sin guía del jinete, y cuando lo alcanzaba, lo golpeaba con sus patas delanteras.

Cuando ella vio al joven Algemon, así se llamaba mi pequeño jabalí, en el patio se lanzó contra él, pero el jabalí se le escapó y se escondió en la maleza.

Después de escapar así, el pequeño villano solía observar a la yegua desde su escondite y cuando ella pastaba tranquilamente salía y la sorprendía desde atrás asustándola con el gruñido de un jabalí adulto. Ella brincaba de susto y al darse cuenta de quién se trataba, lo perseguía con todas sus fuerzas, pero él era más rápido y cuando ella pensaba que iba a aplastarlo con su pezuña, él brincaba hacia un lado y salía corriendo en otra dirección antes de que ella pudiera dar la vuelta. Esto se repetía una y otra vez hasta que ambos tenían que hacer una pausa para descansar.

El juego se repetía a diario. Ambos lo disfrutaban mucho, y la yegua se ejercitaba con rabia. Era en realidad un juego peligroso para Algemon, pero tenía el sentido del humor de considerar divertido lo que era una aventura peligrosa.

Ese sentido del humor, de ser capaces de encontrar el lado divertido a una situación peligrosa o desagradable, es de un gran valor para el hombre en el transcurso de la vida.

Algunas personas no tienen ese sentido y cuando les llega la desgracia o las cosas las ven negras, no tienen un rayo de sol que les alumbre su oscuridad; en cambio, el que se ha acostumbrado a ver el lado cómico de todo puede pasar por dificultades y peligros con el corazón alegre y lo que es más, puede dar esperanza y confianza a los que lo rodean.

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