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Siempre Scout
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Estoy sentado en la cubierta del buen barco Maungani, que navega lenta pero rápidamente de las crestas y depresiones del ancho valle del Océano Pacífico. Dejamos Nueva Zelandia muy lejos y nos dirigimos a las Islas Cook, un grupo de islas en los mares del sur, de las que Raratonga es la principal.
Al viajar hacia el Este, alrededor del mundo del 0º al 180º, vamos en dirección del sol, y así hemos ganado un día entero. Hoy hemos dejado el hemisferio oriental y estamos en el occidental.
Justo al norte está Fiji, un grupo de islas de las que vino un bonito contingente de scouts al Jamboree de Australia. Éstos eran de tres tipos: muchachos blancos europeos, muchachos indios y muchachos nativos de Fiji y eran muchos sujetos vigorosos que vestían su lava-lava nativo, que es una especie de faldón flojo hecho de algodón. Sus excelentes rostros color bronceado, siempre tienen una sonrisa.
Recientemente el Duque de Glouster hizo una visita a Fiji, y entre otras interesantes cosas que le enseñaron, fue la habilidad de una tribu de caminar descalzos en piedras al rojo vivo.
Se preparó un lugar de cuatro pies de profundidad y quince pies de ancho y se llenó con grandes piedras redondas.
Después se calentó mediante un fuego hecho con leños que estuvieron prendidos por muchas horas.
Cuando las piedras estaban tan calientes que el agua que se le arrojaba silbaba y saltaba como vapor, y los pañuelos se prendían y se quemaban inmediatamente, los hombres siguiendo a su jefe, en fila india, caminaron descalzos a la pista y dieron vueltas por uno o dos minutos. Entonces se quedaron parados o se sentaron en cuclillas, aparentemente sin sentir dolor.
Piensa que las piedras estaban tan calientes que los hombres tenían que tener cuidado que sus faldones de lino no las tocaran, ya que se podían encender.
Cuando los hombres habían terminado su presentación, que se llama Vilavilairvo, se arrojan hojas verdes y pasto sobre las piedras, e inmediatamente arrojan una nube de humo y vapor, con lo que se demuestra qué tan caliente estaba el lugar.
Es curioso que en las muchas tribus que viven en las ciento cincuenta islas que forman el grupo de Fiji, solamente ésta tiene el secreto de caminar sobre el fuego. Ésta tribu viene de la isla de Mbengha, y el uso de caminar sobre el fuego viene de padres a hijos.
Esto empezó en la antigüedad, y el folklore dice que fue con un jefe llamado Galita. Él excavó un agujero en el piso con la esperanza de hacer una "L" para preparar una gran comida que debía dar, entonces, para su sorpresa, salió un hombrecillo, un enano. Galita estaba muy sorprendido por esto, y tomando al enano por la nuca de su cuello, dijo que lo mataría y lo cocinaría en lugar de lo que iba a preparar.
El enano le pidió que lo soltara y le ofreció toda clase de regalos si lo hacía; pero Galita no quería ninguno de ellos, y lo iba a matar cuando el hombrecillo le dijo que él tenía el secreto de ser capaz de dominar al fuego de tal manera que podía gozar el estar en piedras al rojo vivo, en lugar de quemarse por ellas; como bien sabes, los nativos de las Islas de los Mares del Sur cocinan sus comida en agujeros calentados con piedras calientes.
Esta cosa atrajo a Galita, y le pidió al enano que le enseñara cómo hacerlo. Entonces el enano cavó un agujero y alentó las piedras hasta que estuvieron al rojo vivo, y entonces se paró descalzo y evidentemente estaba contento.
Entonces Galita consintió en tratar de hacerlo, y cuando se colocó en las piedras, en lugar de sentir dolor o de quemarse, encontró que el calor le daba una agradable sensación. En verdad le gustó tanto que se acostó en las piedras y permaneció cuatro días.
Desde luego Galita dejó ir al enano y le dio a su tribu el secreto de poder estar de pie en el fuego, y desde entonces el secreto ha sido guardado entre ellos, y nunca ha sido dado a otros pueblos.
Hay caminantes sobre fuego de la misma manera en la India, y también he oído de esto en África.
También en el Tíbet, arriba en el norte de la India, hay tribus que hacen lo contrario; pueden hacer su cuerpo tan caliente que cuando tienen alguna ropa para secarla, solamente la cuelgan en sus cuerpos por algunos minutos, y también pueden pasar toda una noche en la nieve y el hielo, sin más vestido que una camisa. Esto se me ha dicho, nunca lo he visto por mí mismo.
Raratonga está a más de mil millas de Nueva Zelandia a través del mar abierto, pero los Maoris que habitan ahora Nueva Zelandia, se dice que vinieron de Raratonga hace como 800 años. ¿Cómo lo hicieron?
No había grandes líneas de barcos, en aquellos días, para llevarlos, no había aeroplanos; sin embargo llegaron.
Sus propias leyendas dicen que llegaron en siete canoas. Pero al considerar aquel gran estrecho de mar tormentoso, te preguntarás: ¿cómo pudieron hacerlo en pequeñas canoas?, ¿cómo pudieron encontrar el camino sin brújulas y sin mapas?, ¿qué pretendían los que estaban en esas canoas al conquistar un país tan grande como Gran Bretaña?
Yo he visto una de esas antiguas canoas, es un magnífico artefacto, y siete de ellas pudieron llevar una gran fuerza.
Estas canoas tienen una especie de pontón hecho de dos grandes canoas unidas mediante una plataforma entre ellas. Cada una de estas canoas hecha con un gran tronco hueco, tiene seis pies de largo. Sus costados están hechos con tablas hasta la altura de cuatro pies, la canoa tiene solamente como dieciocho pulgadas de ancho, es muy larga y angosta.
Las dos canoas estaban unidas por barras de madera que las atravesaban y sobre de ellas un puente para guardar la comida y el agua que llevaban. Encima había otro puente en donde vivían los jefes y los guerreros. La tripulación en ambas canoas utilizaba remos para hacerlas avanzar, siempre scout, casi veinte hombres de cada lado. Algo memorable de estas canoas es que no tenían un solo clavo y todas las tablas se mantenían unidas con montones de fibra de coco.
Cuando estás náufrago, en una isla desierta, puedes construirte un bote aun si no tienes clavos, con sólo tener manos hábiles. Arranca fibra de los cocos y enrédala para hacer una cuerda. Luego haz un agujero en todas las tablas que deseas unir y haz pasar la cuerda por ellos. Haz esto una y otra vez y apriétalo fuerte, tan fuerte que quede como una tenaza de hierro.
Para que quede realmente apretado, amarra uno de los extremos de la cuerda a un palo, de manera que no pueda correr por el agujero, el otro extremo amárralo a un árbol y usándolo como una palanca sobre la tabla, estira la cuerda tan fuerte como pueda ser estirada. Entonces, antes de quitar la presión, atora un pedazo de madera que sostenga el árbol, de manera que no se caiga. Haz esto con cada cuerda y eso es todo.
Otra canoa Maori que se conserva en el museo de Auchland, es un gran barco muy semejante a aquellos a los usados por los daneses o los hombres de mar del norte, en la antigüedad, y de los cuales hay algunos en el museo de Noruega. Espero que puedas encontrar modelos de los botes Maoris, en aquella maravillosa exposición de modelos de botes en el Museo de South Kensington, en Londres.
Tal vez te admire el saber cómo encontraron los Maoris el camino a través del mar.
Bien pudiste oír cómo un rastreador nativo de Australia fue tomado para un viaje, a bordo de un barco de vapor, y lo vieron atisbando el mar desde la barandilla del barco. Cuando le pregunté qué observaba, contestó que quería ver las huellas que iba siguiendo el barco. "En tierra seguimos huellas que un hombre blanco no puede ver, pero aquí en el agua los hombres blancos siguen huellas que nosotros no podemos ver".
Un sextante, como sabes, es un instrumento con el cual el oficial de navegación toma la posición del barco en el mapa mediante el sol.
Pero los Maoris tienen una especie de sextante que es propio de ellos, que es una nuez de coco con dos agujeros colocados en un cierto ángulo. Cuando ellos pueden ver el Polo Sur a través de los dos agujeros, ellos saben que están en cierto meridiano de latitud, lo que les da la posición, en cierto grado.
Hoy en día los Tahitianos y otros habitantes de las islas, así como los hombres blancos, usan barcos para sus viajes. Son bellos barcos, hechos para afrontar el tremendo mar que ocasionalmente tienen que afrontar, y al mismo tiempo son confortables para vivir en ellos, con buenos espacios de cabinas y cubiertas techadas, y en sus grandes bodegas pueden llevar carga pesada.
Te dije que con ello remaron entre las islas de estos mares, pero es difícil que te imagines el inmenso número de islas que existen en Sur y Oeste del Pacífico. Por ejemplo, si ves un mapa de tamaño mediano de aquel océano, podrás encontrar las islas llamadas Tuamotu o "Archipiélago Bajo". Pero te darás cuenta que no están mencionadas en todos los atlas. Sin embargo están allí. Nuestro barco las está cruzando, podemos ver como una docena, pequeñas y grandes, pero hay muchas más, sesenta y ocho por todas, que cubren 860 millas en un grupo y hay cientos de grupos como éste, y con más islas en ellos.
Hay multitud de lugares en los que las goletas pueden naufragar. La mayoría de las islas son las llamadas atolones, son muy semejantes ya que cada una está rodeada de un arrecife de roca de coral, en la que el oleaje rompe con continuo rugido. Dentro hay una laguna de agua calmada con una playa de arena blanca, y la isla está cubierta de bosque y cocoteros. ¡Bello lugar para naufragar!
Algunas de las islas están habitadas, otras no. El grupo en el que estamos se llama Tuamotu. Su nombre antiguo, dado por los Tahitianos antes de haber luchado y conquistado a sus habitantes, era Paumotu, o "Isla de la Rendición". A sus habitantes no les gustaba ese título, por lo que se cambió por Tuamotu.
La isla principal del grupo se llama Tikao. Es como de diez millas de ancho y tiene 200 habitantes. Todo el grupo de Taumotu tiene como 4,500 habitantes. Ellos comercian principalmente con copra (la carne del coco que se usa para hacer jabón), Taro (una raíz buena para comerse) y leña que mandan a Tahití, a 170 millas de distancia.
El grupo fue anexado a Francia en 1889, por lo que ahora es como Tahití, una colonia francesa; sin embargo, a donde quiera que fuimos vimos el Union Jack enarbolado por los fieles súbditos del Rey.
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