Siempre Scout

Siempre Scout
Aventura hacia la edad viril
Baden-Powell

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3.-

Mente
Deducción

CUIDA TU MENTE

Te he estado diciendo hasta ahora en estos relatos, cómo hacerte fuerte y saludable en cuanto al cuerpo, pero me ronda este terrible artículo de la Ley Un Scout no es un tonto. El hacerte fuerte y saludable no lo es todo. He conocido muchachos enormes que eran unos perfectos tontos. Además de cultivar tu cuerpo tienes que hacer tu MENTE ágil. El primer paso es no dejar que nada escape a tu atención de cuanto hayas visto, sentido u oído, entonces estructúralo.

EL TRABAJO DE DETECTIVE COMO PASATIEMPO

Uno de los pasatiempos más adecuados para los Scouts, es seguramente, el trabajo de detective, puedes obtener muchas cosas interesantes de él.

Verás cómo la siguiente historia te ilustra la importancia de notar pequeños detalles y pensar qué significan.

Está tomada del libro de un famoso escritor francés.

Durante el reinado de Luis XIV de Francia, las disputas entre caballeros y oficiales, eran frecuentes, y finalmente el Rey, dio la orden que esas disputas o duelos, como se les llama, cesaran y quien se atreviera a desobedecerlo, fuera severamente castigado.

Un día el Rey supo que uno de sus nobles, apellidado De Guiché, había sido hallado gravemente herido en el bosque con su caballo muerto. La versión era que había sido atacado por un jabalí.

El Rey no lo creyó y sospechó que era otro caso de duelo, así que mandó a su mejor oficial explorador, un capitán cuyo nombre era D’Artagnan, pidiéndole que fuera secretamente al lugar del bosque llamado Rond Point, donde había ocurrido el accidente, y que lo examinara cuidadosamente para regresar a informarle lo que creía que había ocurrido allí.

D’Artagnan cabalgó de inmediato hacia el lugar y lo examinó cuidadosamente en todas direcciones.

Cuando regresó con el Rey le dijo que no había habido accidente sino pelea. Había encontrado un caballo muerto. De las huellas dedujo que dos caballos habían llegado al lugar caminando juntos. Al llegar al lugar del bosque llamado Rond Point, se habían detenido algunos minutos (los caballos habían rascado el terreno en el mismo lugar). Aparentemente uno de los jinetes había escuchado, mientras el otro hablaba (porque un caballo había comido del suelo sin que lo sujetaran, su jinete estaba demasiado interesado en la conversación para fijarse en él).

Luego el jinete que hablaba, había cruzado el espacio abierto y se había vuelto para encarar al otro. Montaba un caballo negro (algunas crines de la cola se prendieron en un arbusto). El hombre del caballo negro disparó matando al otro caballo (tenía una bala de pistola alojada en el cerebro).

El jinete del caballo muerto, había salido de debajo de su montura a duras penas (había huellas en el piso mostrando que con dificultad había sacado la pierna de abajo del cuerpo del caballo), caminó hacia el jinete, se paró firmemente (ambos pies hollaron el piso) y presuntamente disparó en su contra, pero falló (había un sombrero con un agujero en el suelo cerca de la posición del contrario, el sombrero no tenía ninguna identificación).

El jinete devolvió el disparo al hombre desmontado, pero había fallado también (faltaba un pedazo a la pluma de su sombrero colocado en posición cercana y la rama de un árbol detrás de él fue partida por la bala). Había cargado de nuevo su pistola. Lo realizó nerviosa y apresuradamente (porque tiró pólvora al suelo), soltando y tirando lejos el cargador sin tener tiempo de volver a ponerlo en la pistola (estaba ahí). Volvió a disparar e hirió al hombre de a pie, ya que éste estaba a punto de devolver el fuego; la bala lo alcanzó en dos lugares, la mano derecha y el pecho (como mostraban dos charcos de sangre encontrados en el lugar de su caída).

Este hecho mostraba que tenía la mano derecha frente al pecho, probablemente apuntando hacia el contrincante. La pistola yacía en el suelo con sangre en la empuñadura, y un anillo roto tirado en el suelo confirmaban la teoría.

D’Artagnan creyó que el hombre herido se apellidaba Guiché, a causa del escudo que estaba en la silla del caballo muerto.

El hombre herido no había muerto (había huellas de los pies de dos hombres que llegaron a levantarlo y se alejaron cargándolo uno a cada lado; mientras él arrastraba los pies y dejaba huellas de sangre entre ellos).

El hombre que lo había herido, se alejó a galope y sus huellas llegaban al palacio; así que aparentemente era uno de los oficiales de la guardia real.

Así el Rey supo que fue un duelo y no una cacería de jabalí lo que había tenido lugar, y de quiénes lo habían protagonizado.

VIGILANCIA

Los Scouts deben estar notando cosas siempre.

Es una desgracia para un Scout si, cuando él está con otras personas, ellos ven algo, grande o pequeño, cerca o lejos, alto o bajo, que él no haya notado antes.

Debes ser capaz de identificar huellas de hombres, caballos, bicicletas y de ellas deducir lo que pasó; de notar los pequeños avisos, como el vuelo repentino de los pájaros que indica que alguien se acerca aunque tú no puedas verlo.

Indice
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3.-

Mente
Observación

OBSERVACIÓN

He aquí un relato de observación tomado del Pathfinder.

El Scout Pathfinder, con Jasper y Mabel y dos Pieles Rojas amigos, viajaban río abajo en su canoa tratando de escapar de Indios Iroqueses hostiles que los perseguían desde tierra. Se las arreglaron para llevar su canoa a un arroyo cercano a la ribera del río que tenía mucha vegetación. Para ocultarse mejor, cortaron y plantaron ramas a su alrededor, de manera que no fueran vistos desde el río; ya que los Pieles Rojas que los buscaban se habían dividido en dos grupos, uno que estaban en el banco del río, encima de ellos y el otro que vadeaba el agua.

La cercanía de sus enemigos, hacía necesario un profundo silencio.

Los Iroqueses del río, descendían lentamente manteniéndose cerca de los arbustos que colgaban sobre el agua, mientras que el sonido de las hojas al ser movido y el quebrase de las ramas, dieron la evidencia de que otro grupo se movía a lo largo de la ribera con paso apresurado directamente hacia ellos. En consecuencia debido a la distancia entre las ramas plantadas por los fugitivos y la verdadera ribera, los grupos de indios pudieron verse precisamente encima del lugar del escondite. Ambos grupos se detuvieron e intercambiaron algunas palabras que pasaron directamente sobre las cabezas de los que estaban escondidos.

De hecho nada escondía a los viajeros más que las ramas y las hojas de las plantas, tan ligeras que se movían a cada soplo de viento y a las cuales una racha más fuerte hubiera volado. Afortunadamente la línea de vista de los dos grupos de salvajes los llevaba sobre las ramas ya sea que estuvieran en el agua o en tierra; las hojas estaban mezcladas de modo que no levantaban ninguna sospecha; quizá la misma sencillez de este subterfugio impidió que lo descubrieran de inmediato.

La conversación que tuvieron fue en voz baja, cada una de sus palabras pudo ser oída por los fugitivos, los salvajes comparaban observaciones y discutían por dónde se habrían ido; estuvieron de acuerdo en que seguramente más lejos río abajo y que lo mejor era seguirlos tan silenciosa y rápidamente como fuera posible.

Los salvajes dejaron de hablar y el grupo que estaba escondido oyó los movimientos lentos y cuidadosos de los que estaban en la ribera que se alejaban de ese sitio. Pronto fue evidente que habían pasado el escondite; pero el grupo del agua seguía escrutando la orilla, con ojos que brillaban a través de su pintura de guerra como brazas encendidas. Después de una pausa de dos o tres minutos estos tres perseguidores empezaron a descender hacia el agua paso a paso, como se mueve alguien que busca un objeto perdido. De esta manera pasaron la mampara artificial y Pathfinder abrió la boca en una sentida pero silenciosa carcajada que la naturaleza y la costumbre habían hecho que le fuera peculiar.

Su triunfo sin embargo, fue prematuro porque el último del grupo que se retiraba en ese preciso momento volteó y se detuvo de pronto; su actitud y mirada fija, denotaron el hecho de que sospechaba algo.

Fue quizá afortunado para los que estaban escondidos que el guerrero que manifestaba esta desconfianza fuera un joven scout que todavía tenía que adquirir reputación.

Sabía la importancia de la discreción y la modestia propia de su edad, y más que todo temía el ridículo y la burla que seguirían a una falsa alarma. Sin llamar a sus compañeros volvió sobre sus pasos y mientras los demás continuaban su descenso hacia el río, cuidadosamente se acercó a los arbustos que miraba como embrujado.

Algunas de las hojas expuestas al sol, se habían caído un poco y esta ligera anomalía había sorprendido la rápida mirada del indio; porque los sentidos del salvaje son tan agudos, y los usa tanto especialmente cuando va a la guerra, que detalles aparentemente insignificantes son huellas que lo llevan a su objetivo.

Como consecuencia del retraso causado por estos acontecimientos, los dos grupos habían descendido unos 50 ó 60 yardas antes de que el joven salvaje estuviera de nuevo suficientemente cerca de los arbustos de Pathfinder para tocarlos con la mano.

Sin tomar en cuenta su situación crítica, el grupo escondido tenía los ojos pendientes del joven Iroqués que estaba agitado por sentimientos contradictorios. Primero tenía la esperanza de obtener éxito, donde los más experimentados de su tribu habían fallado y con ello la gloria que pocos de su edad gozaban, y que un guerrero que salía por primera vez a pelear, no alcanzaba; luego seguía la duda, porque las hojas caídas parecían levantarse otra vez y revivir con las corrientes de aire. Y la desconfianza y el peligro escondidos dejaban sentir su elocuencia para hacer hablar a ambas. Tan ligera había sido la alteración producida por el calor en los arbustos que tenían los tallos en el agua, que cuando el Iroqués las tocó, sintió que se había equivocado. Pero como nadie desconfía sin usar todos los medios a su alcance para salir de dudas, el joven guerrero separó las ramas y avanzó un paso hacia el escondite, donde los fugitivos aparecieron a sus ojos como estatuas.

La callada exclamación, la sorpresa y la llameante mirada fueron apenas vistos antes de que el brazo de Chingachgook, compañero de Pathfinder, se levantara, y su tomahawk descendiera sobre la rapada cabeza del enemigo. El Iroqués levantó los brazos frenéticamente, cayendo de espaldas a la corriente que lo arrastró cuando sus miembros todavía se movían con la agonía.

Así fue como el pequeño grupo de fugitivos escapó de la captura y la muerte.

LOS PEQUEÑOS GRANDES HOMBRES AFRICANOS

Les he contado cómo permanecer escondidos cuando están en la presencia de animales al salir de cacería, o de un enemigo cuando están explorando, porque si practican esta habilidad es muy útil y después y sin duda podrá salvarles la vida.

Lo mismo sucede con seguir huellas. Deberían tratar de aprender todos los consejos que he dado en Escultismo para Muchachos, y seguir practicándolos hasta que el seguir huellas les sea fácil. No olviden que ya sea cazando o explorando, el seguir huellas tiene que combinarse con pasar inadvertido y no ser oído.

El otro día leí una narración del Dr. Cuthbert Christy, sobre su experiencia en África con los Bambotte; o pequeñas tribus pigmeas de África Central hace muchos años. Tiene algunos consejos útiles para Scouts que reproduzco aquí:

"Su poder de seguir huellas es aparentemente maravilloso, hasta que uno aprende, asociándose frecuentemente con ellos, algo de su arte".

"Al principio encontré difícil persuadirlos de tomar el camino como era, pero una vez comenzado, se embebían completamente en su trabajo y es muy bonito observarlos."

"Dan su opinión sobre la edad de las huellas, frescas o no, con un murmullo y las siguen con perspicacia felina, cuidando de no hacer movimientos bruscos, mirando adelante sin perder nada que ver en el suelo".

"Están alerta para el mínimo sonido y se comunican con gestos casi imperceptibles, sin mirar alrededor, dejando saber a los que les siguen: aquí descansó, las rodillas aquí, allá, aquí tiró estas hojas".

"Cuando trabajan de dos en dos, su paso es más rápido que cuando van solos. Si el jefe duda, el mínimo gesto indica al de atrás donde buscar. El que guía, con el rabillo del ojo sabe instantáneamente si el segundo encontró la huella y sigue en esa dirección y así primero guía uno y luego otro".

"Si ambos se pierden, uno sigue adelante por los senderos más probables, mientras el segundo mira alrededor del lugar donde las huellas cesan, trabajando como sabuesos con la nariz en el suelo, volteando una hoja aquí o palpando el suelo con la mano para encontrar las depresiones dejadas por los cascos de animales, mientras siguen alerta, pendientes de cualquier señal del guía".

"Si no encuentra nada, sigue, muy seguro de que el otro ha encontrado el rastro".

"Si se pierden de vista, se comunican con suaves silbidos, notas bajas que imitan las de un pájaro común en la selva".

"Cuando están cerca, se comunican con los dedos sobre los hombros, si es más urgente darán un golpe o dos en su pecho".

"Si uno de ellos tiene que voltear, es bonito ver cuán cuidadosamente hace un recuento de todo lo que está enfrente antes de volver lentamente la cabeza para ver qué sucede o quizá sentir sus pasos, para no romper ramitas o atorar sus pies con las lianas, haciendo todo lo posible por no golpear nada que produzca una lluvia de gotas sobre las hojas muertas que están abajo con suficiente ruido para ser oído por un animal a 100 yardas a la redonda".

"Si se rompe una rama, o se hace ruido, los hombrecitos instantáneamente se detienen, parándose en un solo pie si el otro no estaba abajo, sabiendo que cualquier animal estará escuchando tan atentamente del mismo modo".

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