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Siempre Scout
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El único lugar en el que el hábito de masticar chicle puede ser útil es Nueva Zelandia.
El masticar chicle te hace dos cosas.
Te enseña a hacer caras desagradables y realizas un tremendo ejercicio en tus quijadas.
Si quieres ser un buen Maori, tienes que hacer horribles caras cuando danzas el Haka, y muchos nombres Maoris necesitan quijadas fuertes para pronunciarlos. Ahora ve éste, es el nombre de un jefe, que leí en la piedra de una tumba el día de ayer, en la villa de Ohinemutu.
WHAKAMAHARATANGA
¡Es un bocado para ti!, pero está muy lleno de nombres que son trabalenguas, tanto de personas como de lugares, en ese Dominio.
En la misma villa de Ohinemutu, vi hacer también otras preciosas horribles muecas. Los Maoris nos dieron allí una bienvenida con Hakas y cantos de canoas y danzas Poi.
Cuando estaban realizando esto, los muchachos que estaban en la audiencia empezaron a gritar el coro, y antes de mucho tiempo, todos los presentes los siguieron: hombres, muchachos, mujeres y muchachas, cantando al unísono. A ellos les gustaba el placer de hacer esto, y realizaron casi una docena de las llamadas danzas, parecía que todos sabían hacer los movimientos correctos, y los realizaron con un espíritu maravilloso y en tiempo, todos juntos.
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Acabo de llegar de la villa de Whakarewarewa. Bonito nombre. Aquí es donde viven como cuatrocientos Maoris de la tribu de Arawa, y parece como si un conjunto de hormigas vivieran en la costra de un pastel caliente. Por una parte y por otra quebraduras y agujeros en la costra, y un manantial de agua hirviente surge de abajo.
Desde que estuve allí, hace tres años, una casa se cayó por la costra. Era una tienda de unos foráneos, que no les eran simpáticos a los de la villa, por lo que les alegró que se hubiera caído; y me dijeron "Ya que no pudimos hacer nada para quitar esa tienda, la naturaleza vino en nuestra ayuda y lo hizo por nosotros".
Ayer, el suelo de la calle principal cedió por el peso de un camión, pero, afortunadamente, dejó sólo un pozo, de otra manera el camión hubiera hervido. ¿Has visto alguna vez un camión hirviendo?. No, al menos yo no lo he visto, pero estuve a punto de verlo ayer.
La gente que vive en la villa (o Pa, como la llaman) usa estas quebraduras de la corteza como lugares para cocinar, y donde hay un agujero en la tierra puedes ver ollas y sartenes puestos para hervir. Ninguno paga por adquirir combustible, ni por artefactos costosos, ni hay gas en Whakarewarewa, ellos consiguen el agua caliente o el vapor que quieren de abajo de la costra del piso.
Exactamente afuera del pueblo hay algunos géisers, éstos son grandes fuentes de agua hirviente y chorros que se elevan cuarenta pies en el aire por varios minutos y después bajan para ser solamente bocanadas de vapor durante más minutos. Entonces, de entre las rocas, hay muchas pozas llenas de lodo que permanecen hirviendo y silbando, y arrojando salpicaduras y burbujas de lodo caliente.
En un lugar vimos, en el banco de un pequeño arroyo helado, una piscina de agua hirviente. Estaba un pie dentro de la corriente fría. En el río vimos un grupo de truchas nadando. Se nos dijo, y lo creemos posible, que la gente pesca en el arroyo, y sin sacarlas del anzuelo, las sumergen en la poza caliente por unos momentos hasta que están bien cocinadas. ¡Una forma fácil de conseguir un buen desayuno!
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Los Maoris son excelentes nadadores y aunque el agua no sea muy profunda, solamente como cinco pies, los muchachos se echan clavados del parapeto del puente que es muy alto y hacen preciosas figuras al zambullirse, deslizándose limpiamente bajo la superficie sin tocar el fondo. Al salir del agua helada se detienen en una pequeña poza, que está vecina al arroyo principal, en la que se sientan confortablemente en el agua caliente para calentarse otra vez.
En una loma que domina el arroyo, se encuentra un Pa o pueblo, como se acostumbraba en los viejos días, que está rodeado por una doble palizada de postes clavados en el suelo, con un foso y un terreno amplio dentro. Las portadas de la palizada eran grandes arcos de madera elaboradamente labrada con horribles figuras y rostros.
Las casas dentro del Pa son casi todas del mismo tipo: un cuarto largo hecho de madera colocado en pilotes bajos, con un techo ordinario inclinado que se extiende hacia la pared de enfrente y que forma una arandela baja. Estos están profusamente labrados, en el frente, los lados y la parte de arriba, con pequeñas figuras horrorosas.
Esas figuras generalmente están hechas para honrar la memoria de los antecesores de la casa, pero en lugar de tratar de hacer un retrato, lo que sería una ofensa, la estatua se hacía tan ridículamente fea, para que nadie pudiera suponer que se parecía a él. Tan horrible cara era labrada con la lengua colgando y los ojos se hacen de conchas brillantes de ostión.
Estos Pas fortificados figuraron mucho en las guerras Maoris y causaron muchas dificultades a las tropas británicas que los atacaban, ya que siempre fueron valerosamente defendidos por los Maoris.
La portada de madera labrada para entrar a un Pa
cercado
Pasamos a un lado del sitio de esas batallas, un lugar llamado Orakua, en el que trescientos Maoris lucharon por tres días contra una fuerza mayor de ingleses, bajo la dirección del General Camerun, en marzo de 1864. Al tercer día las pérdidas de los Maoris habían sido muy elevadas, el general les envió un mensaje pidiéndoles que se rindieran, pero el jefe Rewi Maniapoto replicó; "Continuaremos luchando siempre". Poco más tarde los Maoris cargaron y rompiendo las filas se fueron dejando ciento cincuenta muertos y la mitad de los supervivientes heridos.
Eran sujetos aguerridos y deportivos esos Maoris. En una ocasión, un regimiento recién llegado de Inglaterra y no familiarizado con los métodos de la guerra, iba hacia el frente, y se detuvo en su camino a descansar. El descanso fue en la ladera de una colina con bosques arriba del camino y pasto en la parte baja.
Las armas fueron apiladas en el camino y los hombres se tiraron en el pasto.
Desde el bosque salió un grupo de Maoris que se llevó los rifles antes que nadie los pudiera detener, y se volvieron al bosque con su botín, pero sin matar a ninguno de los soldados.
En otra ocasión, la tropa había rodeado una colina que los Maoris habían tomado, y después de tres días, los enemigos enviaron un mensaje al comandante, más o menos en este tenor: "Tal vez usted no sabe que sus tropas están en posesión de la única fuente de agua y no tenemos de dónde beber, ¿podría permitirnos al menos utilizarla por un momento?, podrá entender que si no tenemos agua, no podremos seguir peleando".
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