Siempre Scout

Siempre Scout
Aventura hacia la edad viril
Baden-Powell

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Hombres Valientes
El Rey Arturo

EL REY ARTURO

El Rey Arturo era el hijo del Rey del Sur de Inglaterra y Gales, pero vivía con sus parientes y no se sabía que él era el hijo del Rey. Cuando su real padre murió, hubo una duda para saber quién tenía el derecho a la corona. Entonces apareció una gran espada clavada en una roca en el atrio de la Iglesia Canterbury, que tenía grabado la leyenda: "Cualquiera que saque la espada de la roca, será el verdadero Rey de Inglaterra".

Los nobles de todo el país vinieron y trataron de sacarla pero no pudieron hacer que la espada se moviera. Al fin un día el primo de Arturo quiso participar en un torneo y se dio cuenta que había dejado la espada en casa, pidiéndole a Arturo que la buscará. Arturo no la pudo encontrar, pero recordando la espada del atrio, fue, tiró de ella y ésta salió fácilmente.

Al final del torneo devolvió la espada a la piedra.

Cuando los nobles oyeron esto, volvieron a hacer la lucha, pero no pudieron mover la espada. Cuando volvió Arturo, la volvió a sacar sin dificultad. Por lo cual se llegó al acuerdo que debería ser Rey.

Aún cuando joven, el Rey comprobó ser un valiente caballero, un buen jinete y espadachín. En aquellos días, tú debes recordar, era un deber del caballero estar listo para pelear contra cualquiera que insultara su patria o que fuera áspero con una dama o que no era estrictamente honorable y veraz. Al cabo del tiempo, Arturo llegó a ser invencible en la lucha, nadie lo podía derrotar y siguió adelante en su camino.

En un combate se le rompió la espada y le preguntó al viejo mago Merlín, que era su consejero y guardián, en dónde podía conseguir otra. Ahora bien, Merlín era realmente un mago y podía hacer prodigios, por lo que lo llevó a un lago en el cual vieron a lo lejos en el agua un brazo que salía del agua blandiendo una resplandeciente espada en su mano.

El Rey Arturo y Merlín tomaron una barca y fueron hacia la espada. En cuanto Arturo la tomó de la misteriosa mano que la blandía, la mano se sumergió en el agua. Mientras que Merlín remaba hacia la orilla Arturo examinó la espada y la encontró preciosa.

En la hoja se encontraba grabado su nombre: Excalibur, que significa: corte acero, una espada que debía cortar las armaduras de los enemigos. Tenía también una empuñadura llena de joyas con el poder mágico, al menos así dice la leyenda, de evitar que el poseedor, si es que fuere herido, sufriera una hemorragia. Sería una buena espada y empuñadura para nuestros días.

Armado así, era claro que Arturo tendría éxito en un gran número de aventuras en las causas de honor y en la caballería.

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Hombres Valientes
El Rey Arturo y la Mesa Redonda

EL REY ARTURO Y LA MESA REDONDA

Te he contado cómo el Rey Arturo, el fundador de los Scouts Británicos obtuvo su reino y su espada Excalibur, te voy a contar de los Caballeros de la Mesa Redonda.

Saber que el Rey Arturo tuvo dificultades para mantenerse como Rey, ya que algunos jefecillos de Gales rehusaron reconocerlo, haciéndole la guerra. Pero él obtuvo ayuda de otros reyes y los derrotó.

Uno de esos, el Rey Leodegrance, tenía una bella hija, Guiniver, y el Rey Arturo se enamoró de ella, ésta llegó a ser su esposa. La boda se celebró con gran pompa en Londres, y como un regalo, el Rey Leodegrance le envió al Rey Arturo una espléndida mesa redonda. Actualmente la mesa puede ser vista en Winchester.

El día de su boda el Rey Arturo fundó una Asociación de Caballeros, que se reunían alrededor de esa mesa para discutir sus reglas y obligaciones, y por eso, se llamaron Los Caballeros de la Mesa Redonda.

EL JURAMENTO DE LOS CABALLEROS.

En gran ceremonia, cada uno de esos caballeros juró solemnemente obrar siempre así:

Reverenciar a Dios.
Ser leal al Rey.
Ser gentil y misericordioso con todos.
Ser siempre cortés y ayudar a las damas.
Abstenerse de luchar excepto en causas nobles y justas.
Ser siempre honorable y veraz.
Ser siempre obediente a las leyes de la caballería.

Entre estas leyes de la caballería, se establecía que un caballero debería estar Siempre Listo, con la armadura puesta, para luchar por el derecho, para defender al pobre, al necesitado y a su país. Él nunca debía romper esta promesa. Él debía mantener el honor de su país, aún a costa de su vida.

Si fallaba en guardar estas leyes, después de haberlas jurado, se le consideraba deshonrado e indigno de llevar la insignia de la caballería y podía ser muerto o expulsado de la asociación.

UN ROVER MOOT

Cuando los Rovers Scouts tuvieron su primera reunión o Moot, como se llamaba en esos tiempos, ésta se desarrolló en el Albert Hall y los Rovers de Holborn hicieron una representación en presencia de seis o setecientos Rovers.

La representación fue espléndida tanto por el vestuario como por la actuación. Se mostró exactamente cómo en la antigüedad, un joven o escudero era investido caballero.

CABALLERÍA

En aquellos tiempos, tan pronto como un niño llegaba a la edad de la razón, se convertía en paje. Como tal, ayudaba a las damas y se hacía hábil en las cosas de la casa; era como un Lobato.

Al crecer ascendía a escudero, aprendía a montar a caballo, a usar sus armas y asistir a su señor, ayudándole a ponerse la armadura y a quitársela, lo que era con frecuencia un trabajo difícil, cuando después de una lucha la armadura tenía rupturas o dobleces. Un escudero, creo, que algunas veces necesitaba tener un abrelatas.

También como escudero aprendía las leyes de la caballería y procuraba guardarlas.

Era como un Scout que aprendía a estar Siempre Listo. Llegaba el tiempo en el cual, habiendo aprendido sus deberes, era investido como un caballero, en una solemne ceremonia. Esta fue actuada por los Rovers en cinco escenas, en las que cada cosa se reprodujo exactamente como se hacía en el medioevo.

EL BAÑO

Primero se escogía dos caballeros para ser sus acompañantes, o como se les solía llamar con mayor frecuencia sus padrinos. Ellos le debían ayudar y conducirlo por toda la ceremonia.

En la primera parte, el escudero debía tomar un baño, durante el cual sus padrinos le vertían agua para bañarlo de sus pasados errores y así purificarse antes de ser caballero.

Fue en recuerdo de este baño, parte muy importante de la ceremonia, que en el reinado de Enrique VII se instituyó la Orden del Baño, y hasta la fecha es una de las más importantes órdenes de caballería. El bañarse fue cambiando con el tiempo, y ahora el escudero simplemente se lava las manos en presencia de sus padrinos.

Durante el baño, el más antiguo de los padrinos lo exhortaba diciéndole: Bien, estimado hermano, sé fuerte en la fe de la Santa Iglesia, socorre las necesidades de las viudas y los oprimidos, da a cada uno lo suyo, y sobre todo, ama y teme a Dios.

LA VIGILIA

A la caída de la tarde el escudero era conducido por sus padrinos a la capilla. Aquí los padrinos lo vestían con una túnica y capucha cafés, como los que usaban los frailes. Esto era para recordarle que llegaba a ser caballero por motivos religiosos, para que pudiera servir mejor a Dios.

Entonces el escudero llevaba al altar una vela, y antes de entregarla, introducía en ella una monedita de poco valor. La vela significaba que daba gracias a Dios y la moneda su agradecimiento al Rey.

Entonces los padrinos dejaban al escudero solo en la capilla, después de darles las gracias, él se quedaba allí orando. Allí permanecía toda la noche, orando y pensando en la nueva vida que iba a vivir como caballero y cómo iba a ser mejor que en el pasado. Esa larga noche de reflexión y oración era llamada la vigilia.

LA TÚNICA

Al día siguiente los padrinos vestían al escudero con una túnica roja, forrada de blanco. El rojo significaba que debía estar preparado para derramar su sangre, si fuera necesario, en el servicio de Dios, mientras que el forro blanco significaba que debía ser limpio y puro en su interior, en su exterior y en todo lo que pensara, lo que dijera o lo que hiciera, como nuestros Scouts que obedecen el décimo artículo de la Ley Scout.

LA TENTACIÓN

Durante todo este tiempo el escudero no tenía que comer. Entonces se preparaba un banquete y él se sentaba a la mesa con sus padrinos. Ellos comían y bebían y al escudero se le ofrecía comida, pero él tenía que declinar cada plato que se le ofreciera.

Esto era para demostrar que resistiría las tentaciones y su carácter era lo suficientemente fuerte para controlar sus deseos.

EL ESPALDARAZO

Entonces llegó la escena final en la que el escudero era conducido ante el Rey para ser investido caballero.

Se formaba una procesión en la que los padrinos conducían al futuro caballero ante el Rey; uno de ellos llevando su espada con la empuñadura hacia arriba, con el cinturón y las espuelas con un nudo de listón blanco colgando de ella.

El Rey tomaba las espuelas y las daba a cada uno de los padrinos para que se las pusieran, significaban que el caballero debía estar listo para cumplir su deber con rapidez y presteza, obedeciendo las órdenes pronta y alegremente. Se le entregaba la espada como signo de desafío contra su mayor enemigo, o sea, el demonio.

Entonces el Rey, habiéndole ceñido el cinturón, colgaba la cinta blanca en el hombro izquierdo del escudero, como la usa el Dirigente Scout hoy en día. El escudero arrodillado delante del Rey, elevaba las manos y los ojos al cielo, mientras el Rey, tomando una espada desenvainada, lo tocaba en los hombros con la hoja y después le golpeaba el cuerpo con la mano.

Este golpe era llamado el buffet y significaba recordarle que como caballero, él tenía un punto débil, su honor, y que cualquier ataque en él lo debía sentir más hondamente que cualquier otra cosa.

Después de esto el Rey tomaba al escudero por las manos y lo saludaba como caballero en el pleno sentido de la palabra.

Así la representación en el Rover Moot describió completamente la ceremonia, como se hacía antiguamente. A esto siguió la ceremonia en la que algunos Scouts mayores de 17 años iban a convertirse en Rover Scouts, cada uno acompañado de dos Rovers como sus padrinos. Esta ceremonia es llamada la Presentación.

Como hacían los antiguos escuderos, los Scouts primero se lavaron las manos en un gran recipiente de latón que yo sostenía, mientras uno de los padrinos vertía el agua sobre sus manos y el otro se las secaba con una toalla, con lo anterior se purificaron a sí mismos de cualquier cosa que hubieran hecho mal o tontamente. A continuación siguió la Vigilia. Las luces se extinguieron y cada Scout reflexionó sobre su vida y qué iba a hacer de ella.

Yo aconsejé a cada uno el considerar su vida como lo haría al final de ella, él debía ver atrás y observar en qué partes de ella había fallado y qué haría por mejorar. Lo principal, como se lo dije, es cumplir con tu deber para con Dios y con el prójimo y dejar la mala costumbre de pensar en tí mismo y en tu propio provecho.

Yo recordé a aquellos muchachos que, mientras fueron Scouts, debían prepararse y hacerse capaces de obrar bien y ayudar al prójimo, pero que ahora como Rovers, toda su obligación es el servir mejor a los demás en cualquier forma que puedan.

Entonces los Scouts vinieron ante mí otra vez y uno a uno repitió la Promesa Scout como Rover. Cuando cada uno lo había hecho, yo le estreché la mano para recibirlo como Rover y le dije: Confío en ti y en tu honor, que harás cuanto puedas por cumplir tu Promesa.

Cuando decía la palabra Honor golpeaba al Scout en el hombro para recordarle, como en el caso de los caballeros, que su punto débil era su honor y que debía resentir, como si fuera un golpe, si alguien decía alguna vez que él no era recto, veraz y limpio, esto es honorable en todo lo que hacia.

Y ahora, Scouts, van a recordar esto:

Al hacer su Promesa ustedes sepan que se confía en su honor, que harán lo mejor que puedan como Scouts. Otras gentes, observándolos, pueden ver qué tan honorables son por la forma como cumplen su Promesa de obedecer los diferentes artículos de la Ley Scout y de realizar una Buena Acción a los demás.

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