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Siempre Scout
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Cuerpo
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El ser Scout Marino, es mejor que acampar para volverte hábil y resistente, además de más peligroso, está lleno de aventuras, y te diviertes mucho.
Cómo me hice Scout Marino Así fue:
Éramos cinco hermanos y entre todos dueños de un velero de 10 toneladas.
Por supuesto que era la mejor embarcación del mundo, o cuando menos eso pensábamos, y en realidad no era malo. Sus acciones lo probaron; la usamos de muchas maneras, para pescar en primavera, para navegar en verano, para jugar carreras en otoño y para ver fauna acuática en invierno.
Estábamos en él siempre que teníamos un día libre, en cualquier época del año, en cualquier punto de la costa de Inglaterra. Y el viejo barco siempre estuvo a la altura de las circunstancias.
El hermano mayor, W había sido marino y conocía bien la navegación y los demás aprendimos de él. Aprendimos no sólo a navegar, sino a atender el barco, doblar velas, maniobrar, pintar el barco, lavar la cubierta, limpiar, reparar la madera y demás. Por supuesto éramos capaces de cocinar tan bien como de nadar.
Sí, y todos, exceptuándome, eran muy buenos nadadores.
Recuerdo que un día al anclar en Haslar Creek, la punta se atoró en la cadena del muelle, en el fondo.
¿Qué haríamos?
¿Emplear un buzo y aparatos para bajar a liberarla?
No teníamos dinero.
¿Cortar el cable y dejar el ancla? Tampoco podíamos costearla.
Así que mis hermanos se detuvieron, bajaron por el cable, estuvieron mucho tiempo bajo el agua, salían como focas a respirar un poco de aire fresco y volvían a sumergirse.
Esto se repitió una y otra vez. Pero finalmente todos emergieron con una amplia sonrisa.
¡Todo bien!
Mi trabajo mientras tanto era preparar chocolate caliente y toallas ásperas calientes para todos; muy pronto estuvimos de nuevo navegando sin preocupación.
Liberando el ancla
¡Sí! la bahía de Portsmouth con su arroyo Haslar era nuestro escondite favorito. Cómo disfrutábamos al izar la bandera a las 8 en punto y cuando se tocaba silencio a la puesta del sol.
Cuando los barcos de guerra hacían sonar sus cornetas, sonábamos nuestra sirena de niebla y continuábamos con nuestra imitación de su saludo ceremonial. ¡Qué delicia era para los vecinos uniformados el hacerse de lado para recibir a nuestro capitán, W que había saltado a tierra para comprar huevos frescos y repollo!.
El Scout Marino
¡Cómo nos divertían los mullet también! Son unos peces grandes, muy sabrosos, pero muy tímidos y difíciles de pescar. Solíamos atraparlos saliendo a popa armados con un tridente, mirábamos bajo el poste de estribor de alguno de los viejos cascos de buque anclados en la bahía, para sorprender algún mullet que comía en el fondo. Cuando veíamos un brillo plateado asomado entre las algas, con un golpe del tridente conseguíamos un rico pescado para el desayuno.
¡Qué maravillosa pesca hacíamos en el mar!.
Recuerdo los días con el bagre y el whiting de Portland y con la macarela en la caña mientras navegábamos con la vela delantera, alejándonos de las Islas Farne.
Ahí también nos divertimos con los patos salvajes; también navegamos mucho por la Bahía de Christ Church cazando las aves acuáticas; hacía mucho frío cuando nos tendíamos en cubierta, bajo la vela de popa, con la nariz asomándose y el rifle listo para disparar tan pronto como levantaran el vuelo.
El Scout Marino es un tipo alegre
En las aguas de Southampton también pasé muchos días felices en el pantano, usando unas tablas como patines para evitar hundirme en el lodo y arrastrándome por los canales de agua poco profunda donde antes había detectado un pato o gallareta. Eso era ¡ESCULTISMO! Desgraciadamente para el resto de nosotros, el capitán tuvo la idea de que podíamos hacer fortuna algún día, salvando un barco en apuros; así es que cuando había mal tiempo en vez de cobijarnos en la bahía, decidía ponernos en camino hacia el mar para buscar barcos en apuros.
A mí me gustaba la idea de ayudar a otras personas en apuros, pero en esa época no veía por qué debíamos mal pasarnos para hacerlo.
Yo pensaba todo esto pero no me atrevía a mencionarlo, W era estricto en su disciplina.
Yo lo aprendí cuando en mi primer intento de hacer sopa de chícharos para la tripulación del barco, omití ponerle carne al caldo y me forzó a tomar todo el espeso pudín que resultó.
Una vez que descansábamos en Harwich una fea galerna empezó a soplar en dirección noroeste forzando algunos barcos de la bahía a levar anclas y cambiarse a un lugar de mayor abrigo.
A mitad de la tempestad vimos un bote salvavidas que iba hacia el mar, evidentemente en respuesta a alguna señal de auxilio.
Esto fue demasiado para el capitán, que vio en ello una oportunidad que no podía perderse. Él dijo: Hay dos canales a través de la arena, si el salvavidas toma el canal equivocado nunca encontrará el barco; vamos a tomar el otro y encontrarlo.
Sin el menor entusiasmo de nuestra parte, los pobres tripulantes tuvimos que sacar e izar las velas de tormenta y toda la ropa que traíamos para el mal tiempo.
Al levar anclas bajamos de nuestras calientes literas, saliendo a la inclemencia del tiempo que reinaba afuera.
Ninguna señal del bote salvavidas ni del barco se veía entre la espuma amarilla que coronaba las montañas de agua y las gotas que volaban, así que mojados y batidos por el viento nos dirigíamos de un lugar a otro.
Duró un día y una noche; y por supuesto nunca vimos nuestra presa hasta que regresamos a la bahía, ahí nos enteramos que habían sido rescatadas por el bote salvavidas, sacando miles de libras de mercancía.
No, nunca tuvimos éxito en salvar a alguien a pesar de que estuvimos en más de una ocasión, muy cerca de necesitar auxilio.
Una de mis experiencias más agradables como Scout Marino fue un crucero de exploración por el río cuando los tres hermanos, llevamos un bote plegable de lona, Támesis arriba, todo lo que la pudimos hacerlo flotar, pudimos llegar hasta el pie de las colinas Chilten donde ningún bote había sido visto antes.
Llevamos nuestro equipo de cocina, tienda y bolsas de dormir con nosotros y acampábamos en la noche.
Cuando llegamos a las fuentes del río cargamos el bote y lo volvimos a poner en el agua en el arroyo que corre abajo hacia el oeste y que en unas cuantas millas se convierten en el Avon.
A través de Bath y de Bristol viajamos remando, veleando, empujándonos con pértigas o siendo arrastrados, según requerían las circunstancias, hasta llegar a las poderosas aguas del Severn. Cruzamos éste, con la escotilla abierta, hasta que llegamos venturosamente a Chepstow del otro lado. Aquí ascendimos por los rápidos del Wye, atravesando su hermoso paisaje, hasta nuestra casa cerca del Llandogo.
De Londres a Gales, casi totalmente por agua con muchas aventuras y diversión.
Pero eso no es más divertido de lo que ustedes podrían hacer, si lo intentaran. Inglaterra tiene espléndidas vías fluviales que la recorren de punta a punta y de lado a lado, si se quieren usar.
Así que vengan Scouts Marinos, vuélvanse eficientes y disfruten de su Escultismo Marino tanto como yo disfruté el mío, ¡seguro que no la pasarán mal!
Se convertirán ustedes en muchachos nobles, bronceados y hábiles, acostumbrados a encararse al peligro con una sonrisa.
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